lunes, 11 de agosto de 2008

LA HISTORIA DE LA PERFUMERIA


Se ha afirmado muchas veces que la historia de la perfumería es tan antigua como la historia de la humanidad. En las civilizaciones más antiguas, en las culturas más remotas, encontramos testigos literarios o arqueológicos que nos hablan de los aromas, los ungüentos y los perfumes. Desde las culturas mesopotámicas hasta hoy en día la humanidad ha tenido una inclinación o debilidad, por no decir una necesidad, de perfumarse y embellecerse.


Lo cierto es que en todas las civilizaciones antiguas se usó el perfume obtenido por medio del humo del incienso, la mirra, o de otras resinas y maderas para ofrecerlos a sus dioses y que, hoy en día, todavía son muchas, las religiones orientales y occidentales que en su liturgia utilizan el olor penetrante del incienso o de los palitos de sándalo y otras maderas aromáticas (la palabra perfume viene del latín: per, por, y fumāre, producir humo).


En el antiguo Egipto el incienso y la mirra eran los ingredientes básicos que los
egipcios utilizaban para aromatizar sus ceremonias, curaciones y como complemento de la belleza en las mujeres. Su costumbre era quemar el incienso al atardecer mientras realizaban sus oraciones. Por su parte, las egipcias usaban el perfume en unos conos que se ponían sobre la cabeza y que emanaban el delicioso aroma.


Además tenían todo un proceso de elaboración de perfumes que consistía en impregnar los pétalos de rosa en una grasa que ayudaba a la preservación de la
fragancia. También acostumbraban macerar las plantas aromáticas en un aceite, y posteriormente colaban el líquido producido en una tela.


Más tarde, los griegos heredaron estas técnicas, pero además las mejoraron. Los romanos importaban la materia prima como la mirra y el incienso de Arabia y traían otras sustancias de la India.
Ellos
se excedían en su uso y echaban perfume en las paredes, en el suelo, a los caballos y a los perros, e incluso a los ejércitos.


Cuando cayó el Imperio Romano, también cayó la costumbre del perfume para
Occidente. La tradición permaneció únicamente en Arabia, donde se desarrollaron técnicas de destilación de plantas en masa. Bagdad se convirtió en la ciudad de las mil y una fragancias. Descubrieron más ingredientes como el almizcle, el cual mezclaban con argamasa para las construcciones de palacios y mezquitas.

Los aceites esenciales son mezclas de sustancias obtenidas de plantas, que presentan como características principales su compleja composición química y su carácter fuertemente aromático (refiriéndonos al término aroma y no al concepto químico de aromaticidad). De los millones de plantas existentes en nuestro planeta, se conocen alrededor de 4.000 aceites esenciales distintos, aunque evidentemente, no todas las plantas contienen estas sustancias y las hay que presentan una concentración tan baja que hace imposible su obtención práctica.


Dado que los aceites esenciales se encuentran en muy pequeña concentración en la planta, generalmente son difíciles de obtener, por lo que es necesaria una gran cantidad de material vegetal (que hay que cosechar y recolectar) y si a esto añadimos su carácter volátil y susceptible de fácil alteración, comprenderemos el porqué de su elevado precio. Pueden ser líquidos, la mayoría incoloros y de carácter volátil, los hay muy viscosos o semisólidos, denominados bálsamos u oleorresinas.

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